Las musas de Emiliano R. Fernández y su historia de amor con Belencita

A Emiliano R. Fernández se lo conocía por su fama de mujeriego, pues constantemente vivía romances cortos, temporales y usaba todo su encanto para atraer a las mujeres. Pero su gran amor fue María Belén Lugo, con quien se casó y de quien, por cuestiones de la vida, se separó.

La fuente de inspiración de Emiliano R. Fernández casi siempre fueron las mujeres. Entre ellas se encuentran Zulmita León, Marciana de la Vega, Catalina Vallejos y Mercedes Rojas. También estaban Leandra Paredes, Dominga Jara, Otilia Riquelme, Eloísa Osorio, Catalina Gadea, entre otras. Incluso, su último poema dedicó a su enfermera, Facunda Velázquez.

Su reina

El poeta escribió en 1927, la canción épica “Ahama che China” (más conocida como «Che la Reina») y se la dedicó a Catalina Gadea. En ese entonces, ellos mantenían un romance. Y él debía dejarla para ir a defender el territorio paraguayo, antes de que iniciara la Guerra del Chaco.

En esa composición, el artista le pedía que lo esperara para continuar la relación. Pero algo inesperado ocurrió. Cuando estaba en campo de batalla, Emiliano se enteró de que Catalina comenzó un noviazgo con otro hombre. Entonces, decepcionado, le envió una esquela que decía “A discreción nomás”.

Otro de los amores de Emiliano fue Bárbara Ayala, con quien tuvo 3 hijos: Laureano, Norberto, Juan de Dios e Ignacia. Ellos nunca se casaron, pero vivieron juntos en lo que duró la relación.

Su amada Belencita

La amada esposa de Emiliano fue María Belén Lugo, hermosa muchacha de larga cabellera y tez morena. De acuerdo al libro “Vivencias, obras y anécdotas de Emiliano R. Fernández”, cuyo autor es su nieto, Emiliano conoció a Belencita en un rezo de angelito (niño fallecido).

Cuando ella llegó, él se corrió más en donde estaba sentado y le dijo: “Sentate a mi lado. A lo mejor algún día vas a ser mi esposa”. En ese momento no pudieron hablar porque enseguida comenzó el rezo.

María Belén Lugo, en su primera comunión. Fotos: grupo de Emilianistas. 

Después se volvieron a encontrar en una fiesta en donde Emiliano actuaba con su conjunto, pero apenas se saludaron con la mano. Hasta que un día él la detuvo en Ysaty diciéndole que quería hablarle. A lo que ella le respondió que no hablaría con él si no era en su casa. Este aceptó y, como ya conocía el lugar donde vivía, le llevó varias veces serenata.

Así, los dos fueron enamorándose pero tuvieron que romper por cosas de la vida. Luego, él fue a la guerra y desde allá le enviaba poesías y versos. A su regreso, aclararon las cosas y se casaron en Caacupé en febrero de 1934. Emiliano amaba a su Belencita, le dedicó más de 15 poemas.

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Pasaron varios años del matrimonio y no tuvieron hijos. Así fueron apareciendo los celos en ambos, ya que Emiliano tenía fama de farrista y mujeriego. Y cada vez que él se ausentaba, su madre creía ver sombras en su casa; dando a entender que se trataba de otro hombre que visitaba a Belencita por las noches.

Todo empeoró cuando Belén de repente quedó embarazada. Emiliano tuvo dudas y la abandonó.

La historia contada por Belencita

Esta es otra versión de la relación entre Emiliano y Belencita. En su blog Emiliano Rapekuére, el profesor Arnaldo Meza recoge una entrevista hecha por Marino Barrientos a la propia María Belén Lugo. El material fue publicado en la revista Emiliano Recove, en 1957.

A continuación, dejamos a los lectores de Paraguayología la entrevista completa:

María Belén era una joven morena de larga cabellera y de ojos negros. Conoció a Emiliano R Fernández, en una hermosa noche de Enero del año 1929. Fue en Ysaty.  Desde entonces. ese «poeta de las selvas y los valles guaraníes» se quedó prendado de su juvenil belleza. Y en muchas noches de ensueño ese bardo cantó sus versos a «Belencita».

Belencita recibe un reconocimiento de manos de Stroessner, en la primera promoción del Ateneo de Lengua y Cultura Guaraní.La promoción llevaba el nombre de Emiliano R. Fernández. En sus últimos días, María Belén tuvo una pensión graciable del Estado.Foto:Arnaldo Meza Colmán.

Así siguió cantando a su querida novia en otros y otros versos. Y antes de que ese sueño se convierta en realidad para llevar a la amada al altar. ¡Suena el Clarín de la patria amada! Y él tiene que ir al Chaco a defender a la patria y canta a su reina como despedida.

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Después de cuatro largos años de noviazgo y en plena guerra se cumple en parte un sueño largamente acariciado; es la de unir su vida a María Belén. Vene Emiliano del Chaco, con permiso. Y enseguida contrae enlace en el Registro Civil; fue un día martes 8 de agosto de 1933 (en el cumpleaños número 39 del artista. Ella tenía 28 años).

Pero sin llegar a la iglesia, ya en plena luna de miel lo sorprende el llamado al deber. Y él como soldado vuelve al Chaco dejando en Asunción a su flamante esposa. Así el destino ya hiere con el dardo del dolor a esta joven mujer enamorada. De día y de noche habrá sentido la nostalgia y el temor constante de perder para siempre a su amado esposo. Mientras la vida de él juguetea entre balas y metrallas allá en el desierto «verde y amarillo

Pero allá en lontananza surge la estrella de esperanza. Y una noche de verano del mes de diciembre de 1933, casi al fenecer el año, enfermo llega el poeta al Hospital Militar Central. Y hasta allí corre Belencita para abrazar a su amadísimo esposo. Desesperada por su suerte y él la consuela con frases cariñosas diciéndole que está curado estando ella a su lado.

Belencita con su hijo Ernesto Ramón, los hijos de Bárbara Ayala y la mamá de Emiliano.Fue durante un homenaje realizado en el día de la mujer paraguaya, refiere Arnaldo Meza Colmán, historiador.

Ya restablecido Emiliano de su enfermedad cumple su sueño y la promesa hecha a su amada: Se casa por la iglesia. Y para tal efecto, Emiliano ha prometido a la Virgen de Caacupé cumplir con ese compromiso en su santuario. Y como creyente y promesero allá va. Ysu matrimonio con María Belén Lugo Gómez fue bendecido ante su altar el 24 de febrero de 1934.

Después en 1935 se firmó La Paz del Chaco y cada soldado y oficial volvió a ocupar su puesto. Y Emiliano se radicó en el paraje de Barcequillo más allá de Tres Bocas.

Allí vivió con María Belén Lugo un amor sacrosanto y maravilloso y Emiliano queriendo perpetuar su felicidad escribió la poesía «Gotas Líricas». Y el 23 de enero, Emiliano -como testimonio más puro de su sincero amor- le canta a BELENCITA en el día de su Santo.

Vivió así Emiliano con su «querida» María Belén siete años y el destino allí se interpone por primera vez en el camino de estos enamorados.

Belencita nació el 31 de enero de 1905 y murió el 6 de febrero de 1985. Aquí con su hermana Brígida.

RELATO DE BELENCITA

Emiliano andaba de farra en farra cantando sus versos por los cuatro vientos. Y una tarde estando pensativo Emiliano en su rancho de Barcequillo le dice a María Belén:

«Ajhase co Paraguahy pe Belencita»

Y ella le respondió:

«Jha mba’égui pa nde rejhói, Emiliano»

«Ndai potáinte co nde aré porque nda pytaséveima Che añó co’ape»

Al día siguiente Emiliano se va a la capital y María Belén queda sola y pensativa.

¡Cuál habrá sido el motivo de sentirse triste cuando no está su amado!

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En la cédula de María Belén Lugo dice «analfabeta», lo cual es falso, según Arnaldo Meza Colmán.»Hay cartas escritas por ella, no se con qué objeto pusieron mal los datos».

Después de siete años, Belencita engendra el fruto de su amor. Ella espera ser madre y en toda la expresión de la verdad. Ella nos dice: «Ese era el único motivo del disgusto». Y nos sigue diciendo valientemente que de su esposo eso extrañaba. Y quizá desde entonces, él dudaba quizá de su fidelidad pero sin llegar jamás a decirle nada.

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Ella quedó meditando un largo momento. Como queriendo en ese silencio remontarse a 17 años atrás y de sus negros ojos brotaban la sangre blanca del corazón. Lágrimas que surcan sus mejillas como queriendo regar un pasado marchito de un amor herido por la incomprensión.

En la cédula de Belencita figura como viuda de Rivarola, en vez de Fernandez).

Después de una pausa  sigue diciéndonos Doña María Belén, Emiliano fue a la capital. Volvió al día siguiente y me cuenta que el «centro concepcionero» quiere llevarle como orador guaraní a la excursión. Que al día siguiente tenía que realizar esa delegación. Ella, presintiendo una pérdida quizá, le dice a Emiliano que no se aleje de su lado. Porque teme quedarse sola en ese trance temerosa de la mujer.

Ella quiere estar más cerca que nunca al lado de su amado esposo. Pero nuestro poeta está decidido a irse por el sendero de su sueño en busca de su estrella favorita ¡la inspiración!

Ya convencida de la decisión de su esposo, Belencita le prepara su maleta de viaje. Yal día siguiente se despide de su esposa diciéndole que va por ocho días solamente. Y le dice a ella que se quede con los padres de él durante su ausencia; así cumple María Belén.

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El día de su partida acompaña a Emiliano hasta el puerto. Y con unas lágrimas tibias en los ojos le despide. Y ve alejarse majestuoso por el río Paraguay la nave que lleva en él a su amado Emiliano; él se va por una corriente desconocida hacia la barranca de una separación.

Fue así que pasó de ocho días a seis meses que Emiliano se alejó de María Belén. Ella espera el fruto de su amor, ese ser que palpita en su alma está ya muy próximo para ver la luz de una vida. Ella se desespera en su desolación, el sigue allá lejos indiferente a la tempestad que se acerca inexorable.

UNA CARTA DE ESPERANZA

El 26 de Agosto de 1940, María Belén recibe la carta largamente anhelada… ¡el regreso!

En su carta le dice Emiliano, que lo espere en el puerto el día 28 de Agosto que llegará en el vapor «Anita Berthe». Belencita y una ahijada de Emiliano de nombre Perfecta Rivero (hoy casada) desde hora temprana esperan impacientes la llegada del barco; por fin entra en la Bahía de Asunción la nave,.

Las gentes se aglomeran en el muelle, después de la maniobra amarra el barco y cae la planchada para descender los pasajeros. Belencita y su ahijada procuraron por todos los medios localizar a su pasajero. Pero no aparece por ningún lado. Ella no se conforma y averigua al capitán del barco. Este le informa que él personalmente conoce a Emiliano y está seguro que no ha venido.

Certificado de matrimonio civil entre Emiliano y Belencita.

María Belén se despide del capitán. Pero al dar unos pasos cae desmayada. Quizá el motivo no ha sido la emoción que le habrá causado el vacío inmenso de la inútil espera. Es que ya se acercaba la hora de dar a luz a ese ser que palpita con toda intensidad para ver el mundo.

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Nace su hijo el 31 de agosto en el día de San Ramón. Fue después de tres días de la inútil espera, en la Cruz Roja Paraguaya. Doña María Belén dio a luz a un hermoso varoncito. Le dio el nombre de Ramón Ernesto, después con su hijo ya en brazos sale del hospital, la recoge sus padres; sus suegros ya ancianos no podían atender a la criatura y a la madre enferma:

Foto del bautismo de uno de los nietos de Emiliano.

«Fue el motivo que yo me fui con mis padres» nos dice Doña María Belén. Así pasaron los días y los meses sin volver a tener noticias de su esposo; Ramón Ernesto seguía creciendo bajo la protección de su madre. Ella recibió después varias cartas de su esposo reprochándole por abandonar a sus suegros.

Ella manifiesta a su esposo, la imposibilidad de seguir allí, por su situación económica; así iba pasando el tiempo, Emiliano seguía en el norte y después por fin retorna a la capital.

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Emiliano después  de varias semanas de estar en Asunción, manda a llamar a su esposa. Le pidió que venga junto a él en Bejarano, en casa de sus padres.

Entonces María Belén le hace decir a Emiliano que se molestase en ir hasta la casa de los padres de ella. Debía darle primeramente explicación sobre su conducta y del motivo de su abandono y después para volver con él. Para Emiliano esto fue una ofensa y deslealtad, como manifestó a Belencita.

Belencita durante un agasajo que le hicieron.

Desde entonces EMILIANO, el peregrino bohemio, ha cantado sus versos desilusionado a su querida María Belén. Él se siente ya imposible de volver a esa dicha de años atrás. Y como queriendo brindar a ese recuerdo la última ofrenda de su vida y de su soñado amor eterno desilusionado escribe. Era su adiós para siempre a María Belén Lugo Gómez.

Así Emiliano R Fernández recorría las verdes campiñas paraguayas, como compañera llevaba siempre su guitarra. Y en su alma de poeta soñador, una leve brisa suave de esperanza. Lentamente se dirige rumbo al ocaso de su fin trágico, para después convertirse su vida en un huracán de recuerdos.

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